La Cantina es un pequeño local de la zona noroeste de Renton. Colocada en la Calle 212, una calle bastante transitada. Se entra a través de una puerta de doble hoja que imita madera, colocada bajo un cartel que también imita a madera y que se supone que se halla iluminado por dos focos, aunque sólo uno de ellos funciona.

El local en si es cuadrado, con la barra al fondo, y es bastante grande. Las mesas están dispersas por toda la sala, en suficiente número como para que entre gente, pero con suficiente espacio entre las mesas para no molestarse unas a otras. Las mesas son redondas, con cuatro sillas cada una, y también imitan madera. Las paredes están poco decoradas, con algunas fotos y recortes de periódico, las mayoría son fotos del dueño, o de su familia. Las paredes, originalmente pintadas color marfil, muestran en numerosos puntos la pintura blanca que había debajo, y manchas oscuras de humedad en las esquinas.

La sala tiene dos ventanas, ambas en la pared de la puerta debido a que las otras dos paredes son colindantes con una tienda de ropa y un edificio de apartamentos. Ambas ventanas, rectangulares, suelen estar empañadas y un poco sucias. La barra es larga y también imitaba a madera, aunque el mayor uso de ella que de las mesas ha hecho que se desconche en numerosos puntos, mostrando el aluminio malo al exterior.

Por otro lado, tras la barra hay una puerta que da a el pequeño almacén; este es pequeño y oscuro, malamente iluminado por una bombilla que parpadea y oscila permanentemente. Las cajas se apilan unas sobre otras, conteniendo botellas vacías y llenas, así como vasos y otros pertrechos apropiados. La otra puerta, colocada a la derecha de la barra, da a los retretes y al teléfono público. El teléfono público se encuentra en el pasillito que hay entre ambos cuartos de baño, y no siempre funciona. Los cuartos de baño apenas son una habitación con un retrete y un lavamanos, y no se hallan diferenciados por sexos.

La Cantina está atendida por dos personas. Bill Kruggä es el propietario y el que atiende tras la barra. Un hombre corpulento y de aspecto afable, aunque con un humor bastante negro. Es extrovertido y simpático, por lo que le resulta sencillo hacer nuevos amigos y escuchar todos los chismes del barrio. La otra persona es Kevin Galler, un joven que hace las veces de camarero y recadero. Kevin es tímido y callado, y su cara pelirroja se pone a menudo colorada si tiene que atender a una chica; es normal, tiene unos dieciséis años, y la sangre bulle locamente a esas edades.

La clientela habitual varía mucho de un día a otro. Normalmente son gente del barrio, especialmente los que trabajan en las oficinas de la constructora que hay del otro lado de la calle, aunque los tenderos y demás de la zona también acuden. De noche, el ambiente se vuelve un poco triste, sobretodo a medida que pasan las horas y los viejos que llenan el local van dando paso a los borrachos empedernidos.