Cuenta la historia que, hace muchos milenios, hubo otros mundos Despertados. El primero de ellos fue conocido como el Segundo Mundo, y poco se conserva de aquel... bueno, salvo rumores que apuntan a que algunos de los Elfos Inmortales ya existían de aquella, y que alguno de los Grandes Dragones ya surcaban el cielo. En cualquier caso, hasta allí hay que remontarse para alcanzar el comienzo de nuestra historia.

Nimué el Brillante era el más grande de los orfebres de aquella era. Era un enano, y su habilidad era tal que se rumoreaba que era capaz de construir incluso réplicas de las estrellas. El rumor llegó a los oídos del enano que, en un intento de poner a prueba sus habilidades, decidió construir una pequeña estrella.

Habló con su amigo Ervain, que era un mago muy poderoso, y ambos cometieron la tarea. La planificación de la joya les llevó diez años. Después de ello comenzaron con la joya en si. Mientras Nimué cantaba los Cantares de las Joyas, Ervain engastaba en ella poderosos conjuros destinados a hacer que semejase una estrella. Finalmente, tras una década, Erevenial Toh, La Joya que Saluda a la Noche, fue completada, y su belleza era tal que realmente semejaba una estrella.

Era una pequeña esfera de metal rodeada por halos de plata y oro, que reflejaba la luz con tanta intensidad que realmente parecía refulgir como una de las estrellas en el cielo. Nimué llevó la joya siempre consigo desde entonces, y todo aquel que la veía quedaba prendido con su belleza. Lo que Nimué no sabía era que Ervain no sólo le había alanzado los conjuros destinados a que brillase, sino que había engastado en ella muy considerables poderes de muy distinta índole.

Tras otro siglo más, Nimué murió de anciano en su lecho, aferrado a Erevenial Toh con todas sus fuerzas, y su alma quedo atrapada en la joya cuando finalmente buscaba su camino a los mundos de los muertos. Fue entonces cuando Ervain, que había estado velando a su amigo, recogió la joya y se la colgó al cuello.

Pero el destino de Ervain también estaba sellado y, poco después, fue asesinado por unos bandidos mientras cruzaba unas montañas que ya no existen en el mundo actual. También su alma fue atrapada por la joya, y con ella incrementó más aún sus poderes.

Desde entonces se perdió el rastro de la Joya que Saluda a la Noche mientras cambiaba de una mano en otra, llevándose con ella cuanta alma era capaz de atrapar, pero finalmente acabó en posesión de Rughaur, un poderoso troll que conocía muy antiguos secretos.

Y Rughaur descubrió la naturaleza maligna que habitaba en la joya. Sin que nadie lo supiese, Ervain había atado dentro del orbe a un poderoso demonio llamado Tantrael, el de las Alas de Fuego, y lo había sellado de manera que la joya se beneficiase de su poder sin que él pudiese hacer nada. Pero no había salido como tenía que haber ocurrido, y Tantrael había llevado a la destrucción a todo aquel que había puesto su mano en la joya, destinando su alma a uno de los más oscuros Avernos del Infierno.

Rughaur se dio cuenta de que no podía luchar durante mucho tiempo contra el poder del demonio, así que resolvió hacer que la joya se perdiese para el mundo, pues sabía que su poder no alcanzaba para poder destruirla. Viajó lejos, a unas montañas todavía no holladas, que resonaban como el trueno aún cuando no había tormentas. Allí construyo un templo, en cuyo centro situó la joya. Llenó el templo de trampas y, finalmente, lo ocultó, creando en torno a él un denso bosque.

Y, con el descenso del nivel de mana, la joya se vio forzada a dormir a la espera de un nuevo mundo Despertado y, así, pasaron los milenios. Pero nada dura para siempre, y el Cuarto Mundo acabó llegando. Barsaive, la provincia donde la joya se encontraba, evolucionó y cambió, y se vio finalmente cubierta y atacada por los Horrores, mientras la joya esperaba pacientemente un nuevo portador.

Y finalmente lo encontró cuando un grupo de aventureros provenientes del kaer de Kaetar oyeron de ella a través de la boca de otro demonio camuflado de humano. Y el grupo la recogió como el único medio que tenían de descubrir algo a cerca de la desaparición de todos los demás habitantes del kaer. Y, con ellos, la joya volvió al mundo.

Pasó un poco de tiempo antes de que los dragones se diesen cuenta de que Erevenial Toh había vuelto al mundo y, cada uno por sus motivos, comenzaron a movilizarse para dar con ella. Mientras tanto, los aventureros viajaban de un lado a otro en busca de sus familias y persiguiendo a un misterioso enemigo al que no daban caza.

Finalmente, fue el Gran Dragón Shadowmountain (hoy conocido como Dunkelzahn) quien dio con ellos y los guió para que desactivasen la joya. Sobre cómo lo hicieron no se sabe nada, pero el resultado si que está en oídos de algunos: la joya quedó separada en cuatro joyas más pequeñas, cada una de un color y correspondiente a un elemento. En el centro de cada una de las cuatro joyas había una runa, y en cada una de ellas vivía una parte del demonio, incapaz de hacer nada por el resto de la eternidad.

Las joyas se dispersaron, y distintos orfebres las engastaron en distintos objetos: una corona, un collar, un cetro y un cinturón. Finalmente, llegó el 5º Mundo con la historia como la conocemos, y esas joyas viajaron de un lado para otro entre las antiguas civilizaciones de la tierra. Finalmente, cada una de ellas fue perdida a los ojos de la Historia y los milenios continuaron sin noticias de ellas.

Con la llegada del 6º Mundo, el nuestro, nadie recordaba las joyas salvo algunos Grandes Dragones y Elfos Inmortales. Lamentablemente, ninguno de ellos tenía ni idea de su paradero... hasta hoy. El Dragón Jivalesh, dueño de la Trinity Company, finalmente descubrió un pergamino muy antiguo que indicaba la localización de las cuatro joyas entre líneas. Le llevó tiempo descifrar el paradero de la primera, pero ahora ya ha comenzado a mover los engranajes para obtenerla, consciente de que es la llave que le permitiría llevar su corporación de la clase B directa a la AAA, y a superar incluso a Lofwyr y su Seader-Krupp. Lamentablemente, su secreto ya no sólo le pertenece a él, y muchos otros personajes comienzan a moverse para conseguirla por distintos motivos. Y la joya sólo espera a que alguien la recomponga para poder volver a tomar el control y aquello que es suyo.